Prácticamente todo el sistema político reaccionó con estupor y hasta con molestia, ante la denuncia que una mujer trans habría presentado contra el precandidato frenteamplista Yamandú Orsi.
La acusación se basa en una presunta agresión ocurrida hace diez años desde el interior de un vehículo estacionado en un espacio público. La víctima se habría decidido a denunciar al ex intendente de Canelones, al identificar a su supuesto agresor viendo su imagen en la prensa. Los motivos aludidos serían muy difíciles de sostener, dado que es obvio que el acusado ha sido una figura pública de permanente visibilidad a lo largo de la década transcurrida, luego de ocurrido el supuesto hecho ahora denunciado.
Casi de la misma forma que suele ocurrir cuando se desvirtúa el Estado de Derecho y se pasa a vivir en dictadura, en el Uruguay de hoy, cuando alguien amparado en leyes a todas luces leoninas señala con su dedo acusador a cualquier ciudadano, el señalado corre el riesgo de ver su vida destruida o al menos notoriamente alterada en un santiamén.
Aquello de que toda persona se presume inocente hasta que sea demostrada su culpabilidad, habría pasado a ser letra muerta, por imperio de la ley y en plena democracia. La presunción de inocencia parece haberse invertido, para convertirse en presunción de culpabilidad.
Desde Libertad Responsable, entendemos que corresponde a los mismos políticos de todos los partidos, que hoy se escandalizan por la injusta situación que afecta a un precandidato a la presidencia de la República, hacer el mea culpa correspondiente y revisar cómo fue que se llegó a este punto.
Son ellos los responsables de haber llevado a la sociedad a este estado de cosas y deberían ser también ellos los encargados, primero de reconocer y luego corregir, los enormes y cada vez más claros errores cometidos.
En aras de la igualdad de derechos, se han alterado reglas básicas de convivencia, basadas en la moral y la ética.
Es de esperar que esta situación no se convierta en un camino sin retorno, poniendo en claro riesgo el equilibrio y estabilidad del orden social.