Compartir la nube

Nadie que sepa de la trayectoria y capacidad del ex ministro de economía, varias veces legislador, abogado, empresario y dirigente político Ignacio De Posadas, puede dudar de la objetividad y buena intención de sus análisis.

Sin embargo, su columna sabatina de esta semana publicada por el diario el País, nos dejó la sensación de que tal vez a De Posadas le haya faltado una actualización periódica de la evolución real del país profundo. Lo mismo podría ocurrir con otros dirigentes que han integrado el herrerismo en el Parido Nacional, influyendo por décadas en la construcción de su destino.

“¡No se puede creer! ”

La contundente afirmación que denota extrema sorpresa sirve de titular a su columna, la cual refiere a “datos sorprendentes” surgidos de una encuesta realizada por la consultora Equipos a los que el columnista considera además “muy preocupantes, sobre la cultura democrática de nuestro país”.

El eje central de su preocupación se enfoca en el plebiscito de la seguridad social promovido por el PIT-CNT, el Partido Comunista y el Partido Socialista, acerca del cual, según comenta, la encuestadora llega a la conclusión de que un 70% de los encuestados ignora el asunto, un 39% dice que sabe de su existencia, pero desconoce su contenido y un 31% directamente desconoce el tema.

En base a esos resultados, De Posadas reflexiona sobre las causas que pudieran dar origen a la sorprendente ignorancia popular de una decisión tan trascendente, de la que cada uruguayo con derecho al voto será obligado protagonista.

En esa línea, comienza por confirmar la existencia de un “bajísimo nivel de incidencia de los medios clásicos de comunicación” y en tono crítico se pregunta: “¿Qué fue del famoso Cuarto Poder?”.

Llegado este punto, el columnista se enfoca en las redes y en el hecho de que los votantes “se informan (o creen que se informan)” a través de ellas. Según su visión, nadie que lea diarios, escuche radio o mire televisión puede no conocer la existencia del plebiscito, junto con sus alcances y consecuencias.

No percibe que hoy la ciudadanía está más informada que nunca y que si no conoce los alcances del plebiscito planteado, es sencillamente porque no le importa.

Continuando con su razonamiento, De Posadas se pregunta como estando todos los candidatos en contra de la reforma, un 70% de los encuestados no sepa de qué les están hablando al ser consultados sobre el tema. Llega a la conclusión de que la verdadera crisis podría estar originada por una gravísima falta de liderazgos, la que hace extensiva a “la dirigencia empresarial y de la sociedad civil», sectores que integra o en los cuales participa.

Impactado por su propio análisis, el autor nos brinda una frase que llama a la reflexión: “Todo lo cual decanta en un juicio sobre nuestra Democracia -de la cual tanto hablamos y tanto nos enorgullecemos- que debe alarmarnos”.

Lo que De Posadas vislumbra gracias a una encuesta que llega a sus manos y lo impulsa a salir de improviso de su Torre de Marfil, no es algo que ocurrió de repente o por arte de magia.

Es el resultado de décadas de deterioro democrático, basado principalmente en la ausencia de estímulos reales que hagan al elector que tiene sus propios sueños e ideales, libre para elegir a sus representantes. Y libre también de poder dar seguimiento directo y personal a su gestión, para premiar o castigar al elegido en la siguiente oportunidad.

Es la consecuencia directa de la arrogancia y pedantería de quienes por décadas han manejado el poder desde una nube, propiciando la confección de listas sábana e impidiendo la libre elección que haría interesante para el ciudadano común la información política.

Cada individuo sueña con ver concretado su derecho a ser dueño de su propia nube.

Es la misma crisis que hoy vive el herrerismo, su propio sector en el Partido Nacional, que aparece desdibujado y procesando un alarmante e impensable fin de ciclo.

Más allá del resultado que arrojen las elecciones y el imprudente plebiscito de la seguridad social puesto a consideración de la ciudadanía, es evidente que la democracia está pidiendo a gritos un cambio que devuelva el interés al ciudadano.

Tocará a los nuevos liderazgos tomar conciencia de ello y encaminar los procesos de una renovación democrática imprescindible, que no admite más demoras. O se comparte la nube dándole al votante autonomía y libertad de elección o los plebiscitos descabellados como el que nos preocupa serán cosa de todos los días y seguirán unidos a la misma indiferencia con la que avanza el actual.

Al menos esos nuevos líderes, no van a poder sorprenderse ni excusarse en que no vieron venir la realidad que inexorablemente les toca vivir.

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