El Derecho al Voto de las Mujeres Uruguayas

Exactamente hoy, día en el que todos los ciudadanos estamos obligados a ir a votar para que se apruebe o no se apruebe el referéndum por la derogación de 135 artículos de la Ley de Urgente Consideración, se cumplen 84 años de la primera votación a nivel nacional de las mujeres en el Uruguay.

La Ley 8927 que aprobó el voto femenino es de 1932 pero, debido al golpe de Estado de Gabriel Terra un año después, fue recién el 27 de marzo de 1938 que las mujeres pudieron ejercer este derecho civil. Aunque hubo una excepción en 1927, que constituyó un hito a nivel nacional y de toda Latinoamérica. Se trató de un plebiscito local donde los ciudadanos debían elegir a qué departamento pertenecía la localidad de Cerro Chato. En esa oportunidad, se aprobó un decreto que permitía que las mujeres votaran y fue así que Rita Rebeira, inmigrante brasilera y de 90 años, se convirtió en la primera mujer que votó en América Latina.

Desde el comienzo del siglo XX se fueron creando agrupaciones feministas para trabajar en pro de los derechos de las mujeres y una de sus prioridades era conquistar el derecho a sufragar. Fue Paulina Luisi, la primera graduada universitaria del país, quien creó en 1919 la Alianza Uruguaya por el Sufragio Femenino.

Con anterioridad, Paulina también propició la creación del Consejo Nacional de Mujeres (1916) como brazo del Internacional Council of Women (1888) y un año después comenzó la publicación “Acción Femenina” donde pudo leerse además, los objetivos del Consejo:

asociar a todas las mujeres para trabajar por el mayor progreso de nuestro sexo, elevando su nivel moral, intelectual, material, económico y jurídico. Dedicar todas nuestras energías para conseguir mejorar la situación social, que leyes y costumbres conceden a la mujer

Esta enorme tarea la dividieron en comisiones según las distintas áreas que abordaban: cultura, conferencias y educación, menores, administración y finanzas y un especial énfasis en salud, por la profesión médica de Paulina y su trabajo abnegado por la salud de la población y su descendencia; insistió arduamente en que todas y todos – hacía hincapié en la co-responsabilidad de hombres y mujeres en la materia – tuvieran conocimientos de higiene y profilaxis. Un artículo aparte merece su intenso trabajo por el combate a la prostitución y a la trata de blancas, por lo cual representó a nuestro país en conferencias internacionales.

Volviendo al tema que nos compete, el derecho al voto de las mujeres uruguayas estuvo teñido por la centropartidocracia característica de los compartimientos que se fueron estructurando en la consolidación democrática de nuestro país. Los partidos políticos pasaron a ser los instrumentos con los que los grupos feministas -y muchos otros- podían canalizar sus demandas y lograr cambios en la adquisición de sus derechos. Pero al mismo tiempo, los partidos necesitaban a las mujeres para hacer crecer el electorado. La coyuntura económica y política de la época era desfavorable y necesitaban más gente que apoyara a uno u otro partido. Ver fuente aquí

A 84 años de la primera participación femenina en elecciones nacionales, cuando me encuentro con los comentarios del actual presidente del Frente Amplio al asumir su cargo, me da una profunda decepción. Principalmente porque los grandes temas que “hacen grande” nuestro país siguen atravesados por los partidos políticos -lo que es muy bueno para la democracia- pero a mi entender, el “combate” que hacen los partidos por quién se embandera con qué causa, lo hacen a nivel de discurso y narrativa, y no porque realmente consideren que sea un tema importante que abordar. Además, en este sentido, siguen abogando por quien se lleva más votantes para su caudal.

Pereira puntualizó que el ingreso del feminismo al FA es «una necesidad política y ética». En el mismo discurso propuso que las políticas de su partido sean transversalizadas con género para que “mujeres que en este momento “no pasan por la puerta” del FA comiencen a entender su política”. Además expresó: “Si estamos lejos no es peor para el feminismo, es peor para el FA” (EFE, Montevideo, 5 feb. 2022)

Ahora yo me pregunto: ¿No será hora ya de que los políticos que se comportan de esta manera (para no generalizar) dejen de ser tan egocéntricos y partidocéntricos; ¿No será momento de que comiencen a ver a las personas -hombres y mujeres, votantes y no votantes- individualmente? Es importante entender sus necesidades y reafirmar el poder personal que tiene cada uno de ellos, en la construcción de la ciudadanía uruguaya, que se da día tras día y no sólo cuándo se eligen representantes.

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