El hombre del traje gris

Julio María Sanguinetti, en entrevista concedida a el diario El Observador, informó sobre las deudas millonarias por tributos y multas que estaría enfrentando su partido con la intendencia Municipal de Montevideo.

Al parecer, y según declara el entrevistado -quien en alguna oportunidad se definió a sí mismo como “el hombre del traje gris”- las deudas por contribución inmobiliaria reclamadas por la IMM en relación con la sede principal de ese partido no serían procedentes por carecer de sustento legal, derivando su acumulación a lo largo de los años de la total inacción de los sucesivos dirigentes para iniciar los trámites requeridos y detener el avance del reclamo.

Distinta situación -y en ese caso serían justos los reclamos por parte de la IMM – tendría al parecer el tema vinculado con contribuciones inmobiliarias impagas de la sede de la avenida Belloni donde funcionara hace décadas el cine Piedras Blancas.

Con relación a multas impagas por cartelería política colocada sin atender a la normativa, que ascienden a US$ 250 mil, es evidente que suenan bastante difíciles de comprobar las verdaderas responsabilidades de estas infracciones, cuando los infractores no son sorprendidos in fraganti.

A la vista de las negociaciones ahora conocidas entre el Partido Colorado y la IMM, suena bastante extraño que el expresidente Sanguinetti haya manifestado su comprensión y en cierta manera apoyo a los ediles de su partido que votaron a favor la autorización solicitada por el ejecutivo capitalino hace algunos días para la contratación de un préstamo con el Banco Interamericano de Desarrollo por US$ 70 millones. Que haya habido ediles que hayan “ponderado” su voto en función de la deuda y el posible juicio, vuelve mucho más rara la situación.

Sin entrar en el análisis de los pormenores que han llevado al Partido Colorado a ese escenario tan delicado, que ameritó incluso la realización de una reunión entre el expresidente Sanguinetti y la intendenta de Montevideo, Carolina Cosse, en octubre del año pasado para buscar acuerdos y soluciones a estos temas, sorprende mucho el ambiente generado.

Sorprende más aún cuando el expresidente, haciendo uso de su experiencia política, intenta argumentar las razones que justificarían la revisión de la situación y el aceleramiento de los trámites vinculados.

En ese sentido, manifestó que “…debería buscarse una amnistía a nivel general, con ciertos requisitos, lo que contribuiría a mejor la relación entre la intendencia y los partidos hacia el futuro.”

Completó su razonamiento manifestando: «Estamos hablando de partidos y de libertades, no de comercios que abusan en su propio beneficio»; y agregó: «son valores y practicas distintas».

Es en este punto donde todo lo expresado por el declarante viene a decantar de manera coherente y termina de armarse el puzzle.

Ahora comprendemos su concepción filosófica del Estado y la política, en relación con el resto de los mortales que constituyen la sociedad civil. Estos a los ojos del exmandatario – siempre encaramado en las altas esferas del poder- se encuadran en categorías diferentes.

Llegada esta instancia, podemos proyectarnos a imaginar la indefensión total del ciudadano de a pie.

Sanguinetti ha sido por 10 años presidente de la República en el período posterior a la dictadura y ha ejercido su influencia y poder tras bambalinas desde el inicio de ese período hasta el presente.  Desde su bastión partidario declara ahora considerar a los comerciantes potenciales abusadores -a quienes de hecho justifica perseguir y sancionar – y al Estado y sus relacionados como una casta especial con “valores y prácticas distintas” cuyas deudas, errores u omisiones deberían medirse con otra vara.

Podemos imaginar ahora los innumerables sueños y proyectos abortados o destruidos durante décadas por el Estado neobatllista y sus promotores. Partiendo de la base de considerarse a sí mismos como seres que se conducen con “valores y prácticas distintas”, encargados de “controlar” a los muy disipados contribuyentes que en algún momento han dejado de pagar sus tributos porque sin lugar a contemplaciones “abusan en su propio beneficio”.

A la vista de sus propios argumentos, podrían estar en algo más que en el traje con que se viste los matices de gris que en realidad rodean al expresidente.



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