La barra brava

«Barra brava»; el término se utiliza en muchos países, para identificar a grupos organizados de aficionados barullentos, que siguen a equipos de fútbol en general con fuerte arraigo y tradición.

Estos grupos son conocidos por su ferviente lealtad a sus clubes y por su constante presencia en los estadios donde animan de manera intensa.

Aunque la mayoría de los miembros de las barras bravas son fanáticos que simplemente desean apoyar a sus equipos, la actividad grupal es a veces expresada al mejor estilo de la patota y en ese contexto vuelve viable la aparición de actividades violentas e ilegales. Lo que tal vez ninguno de ellos realizaría en solitario, se vuelve posible cuando van en grupo.

Como bien sabemos, no todos los seguidores de los equipos de fútbol pertenecen a barras. De hecho, la gran mayoría de los aficionados son sumamente pacíficos y no todos los hinchas que siguen a un equipo de fútbol están asociados o se identifican con esos grupos.

Organizados para generar ambiente, la presencia de las barras en los estadios suele tener un impacto claramente negativo en la cultura futbolística, influyendo en la conducta de muchos hinchas que, sin ellos, disfrutarían del espectáculo serenamente. 

Las barras bravas son conocidas por generar una atmósfera emocionalmente tensa. Esto suele contagiar a otros hinchas – no pertenecientes a las mismas – motivándolos a unirse a los cánticos y celebraciones, con la idea de aumentar la emoción del partido que presencian.

Suele decirse que el fútbol es pasión y eso es verdad. Pero algunas veces, los hinchas pacíficos suelen sentir hasta cierta presión social para terminar uniéndose a los cánticos y comportamientos impulsados ​​por esos grupos minoritarios, especialmente si están ubicados cerca de ellos en el estadio y en especial, cuando esos hinchas pacíficos van acompañados de amigos o familiares que adoptan la misma conducta.

La necesidad de sentir pertenencia o de demostrar su apoyo a esos grupos muchas veces vandálicos, puede llevar a la participación y aceptación de actividades que normalmente y en forma aislada y personal, no se realizarían.

Se trata de la masificación del individuo en aras del interés de grupos a los que, en realidad, no se pertenece más allá de la simpatía profesada por un mismo equipo.

Las barras bravas, suelen intimidar o ejercer presión sobre las hinchadas pacíficas que expresan opiniones o actitudes contrarias a sus acciones. Esto puede llevar a algunos hinchas a evitar expresar sus puntos de vista para evitar conflictos.

Su presencia aumenta el riesgo de enfrentamientos violentos con hinchas de equipos rivales o incluso con seguidores del mismo equipo que tienen puntos de vista diferentes.

Si analizamos esto desde la lógica del sistema democrático en el cual vivimos, su accionar y permanencia carecen de sentido.

Fomentar el afecto por un club de fútbol en un hijo, es una experiencia sana que puede crear lazos y tradiciones familiares valiosas. Sin embargo, es esencial alejarse de la insensatez de las barras bravas y promover un enfoque positivo del deporte y sus valores.

Es importante promover el valor del respeto hacia los demás, independientemente del equipo al que apoyen. Cada persona tiene el derecho de tener sus propias preferencias deportivas y no es aceptable faltar el respeto a quienes piensan de manera diferente.

Enfatizar la importancia del fair play y la ética deportiva es básico. Celebrar la victoria con humildad y aceptar la derrota con dignidad, son aspectos valiosos en la formación de hinchada conscientes y responsables de sus actos, que favorecen la armonía social.

La tolerancia y la distancia entre barras bravas son aspectos importantes para promover un ambiente seguro en los estadios. Pero mucho más importante es educar y gestionar para que ese proceder provenga a propuesta de los líderes de esos grupos como forma de contribuir a hacer plausibles sus espectáculos y demostraciones de afecto al equipo que respaldan.

Los directivos de los clubes de fútbol desempeñan un papel crucial en la gestión de las instituciones deportivas que representan y en la forma de participación de las barras bravas relacionadas, siendo responsables directos de fomentar estos ajustes, desde lo institucional.

Por otra parte, es al elegir a los directivos de sus clubes donde los hinchas deberían hacer valer sus preferencias y escala de valores, descartando de plano a quienes propicien o permitan la violencia.

La cultura deportiva de eso depende.

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