Una denuncia inesperada

Una advertencia a modo de denuncia internacional del gobierno de Ucrania alertó al mundo esta semana sobre la presencia en las zonas ucranianas invadidas por Rusia de algunos “observadores internacionales”.

La razón de que estos “garantes” estuvieran en dicho lugar era, obviamente, la de validar con su contralor los referéndums de anexión de cuatro territorios invadidos en Ucrania, bajo el control del invasor y obviamente sin aval de la comunidad internacional ni garantías electorales de ningún tipo.

En pocos días Rusia realizó el referéndum, validó su resultado y procedió a declarar anexados las cuatro regiones ucranianas implicadas.

Sin entrar a analizar las razones políticas y ancestrales que podrían dar a Rusia derecho para reclamar esos territorios y a sus habitantes el derecho a decidir democráticamente su destino, la invasión y la guerra descalifican y vuelven ilegal cualquier intento por validar acciones reivindicatorias en ese marco.

El gobierno ucraniano, a través de su Ministerio de Reintegración de los Territorios Temporalmente Ocupados de Ucrania, no dudó en señalar que dichos personeros estarían participando de un “crimen colectivo” por su participación en el referéndum, utilizando las siguientes expresiones recopiladas por El País: “Hacemos un llamamiento a los extranjeros: ¡Todos aquellos que se atreven a complacer a los criminales se convierten en criminales ellos mismos! ¡No será posible eludir la responsabilidad!”.

Los personajes aludidos – además de provenir de la propia Rusia – habrían llegado de Bielorrusia, Siria, Egipto, Brasil, Venezuela, Uruguay, Togo y Sudáfrica.

La presencia de Uruguay en este contexto causó una desagradable sorpresa en el país y generó la necesidad de urgentes aclaraciones y explicaciones para tomar distancia de un hecho tan inesperado y a todas luces a contrapelo de la posición del país sobre el tema.

Diversos medios de prensa nacionales e internacionales informaron que la “representación” de Uruguay en tan desagradable hecho, habría sido interpretada y en la práctica asumida por la presencia en los territorios ocupados de Sebastián Hagobian, integrante de la Comisión de Asuntos Internacionales del Frente Amplio.

La Cancillería uruguaya no dudó en tomar distancia del asunto mientras que el partido al que pertenece Hagobian a través de su presidente, Fernando Pereira, anunció que ese partido no solo no lo respalda, sino que no lo designó ni comparte que esté haciendo esa tarea.

Más allá de que el Sr. Hagobian argumente que se encontraba en Rusia a título personal, el hecho de ser licenciado en asuntos internacionales por la Universidad de la República, integrante de la Organización Internacional Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina y el Caribe (COPPPAL), de la Comisión de Asuntos Internacionales del Frente Amplio y de la División de Relaciones Internacionales y Cooperación de la Intendencia de Montevideo, hacen muy evidente e inexcusable, su clara conciencia de los hechos en los que decidió participar.

Es evidente que el observador uruguayo no estaba allí por casualidad, ni podía desligarse de los diferentes cargos que lo respaldan para actuar en asuntos internacionales, argumentando participar simplemente a título personal. Cuando el gobierno de Ucrania interpretó su presencia como la de un delegado autorizado oficialmente por el país, tenía fundadas razones para hacerlo.

Una nota de Ramiro Pisabarro publicada el viernes 30 en El Observador, daba cuenta de que, según constataciones en publicaciones de distintas redes sociales, Hagobian estuvo este año en conferencias, asambleas y plenarias en Ciudad de México, Cuba, Caracas y San Salvador, habiendo estado en contacto con el ecuatoriano Rafael Correa y la brasileña Dilma Rousseff, entre varios otros.

A pesar de tener conocimiento de toda esa actividad, la cúpula frentista con el aval de Carlos Varela – dirigente de Asamblea Uruguay sector al que pertenece Hagobian – le habría soltado la mano al ahora solitario observador, al hacerse pública su actuación. Curiosamente, esta situación habría desatado el desagrado de dirigentes del Partido Comunista, del Nuevo Espacio, de la 711 y otros integrantes de la Comisión de Relaciones Internacionales del Frente Amplio (CARIFA), molestos por el hecho de dejar expuesto al compañero.

Parece evidente que el licenciado Hagobian desde las diferentes actividades que desarrolla vinculadas al Frente Amplio, partido al cual pertenece, estaría estableciendo contactos y desarrollando tareas de relacionamiento internacional,  que incluyen compromisos avalados por sus pares que terminaron llevándolo a actuar como observador en los referéndums de Ucrania.

Cuesta creer que toda esa acción que conlleva meses de actividad directa y preparatoria sea realizada a título personal y aprovechando licencias acumuladas como se ha sugerido.

También cuesta creer que el Frente Amplio pueda lavarse las manos de una situación que a todas luces lo compromete.

Por su parte, la intendenta de Montevideo Carolina Cosse, probable precandidata a la presidencia en las próximas elecciones internas frenteamplistas, manifestó que no se había comunicado con Hagobian y que la Intendencia – cuya División de Relaciones Internacionales y Cooperación integra el protagonista – “no tiene nada que ver con eso”. En ningún momento se manifestó ni a favor ni en contra de su accionar.

En paralelo, el otro precandidato prácticamente proclamado en el Frente Amplio, se esfuerza desde hace tiempo por trasladarse hacia el centro del espectro político desde un MPP que fue de extrema izquierda. Los anhelos del actual intendente de Canelones podrían diluirse a partir de ahora, en aras de una política frenteamplista que desde hace tiempo y desaparecido el comunismo, coquetea con el fascismo que avanza a paso firme en países como Cuba y Venezuela. Hasta el cierre de esta nota, no tenemos conocimiento de que Yamandú Orsi haya opinado sobre este asunto.

La participación de Sebastián Hagobian en los referéndums de Ucrania denunciada a nivel internacional por aquel país, podría ser la punta de una madeja que ponga al descubierto estrategias frenteamplistas hasta ahora insospechadas.

Hechos políticos inocultables y sin precedentes, cuyos verdaderos protagonistas intentan en vano disimular. Un accionar capaz de llamar a la reflexión a un electorado que por décadas fue fiel a ciertos ideales políticos y sociales, que hoy, a la luz de la realidad, podrían resultar ser muy diferentes a lo que ilusoriamente imaginaron.

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