La fiesta de Buenos Aires

En varias notas nutridas con múltiples fotos a modo de “sociales”, el diario El País cubría esta semana los detalles de la fiesta ofrecida por el embajador uruguayo en Argentina, Carlos Enciso, para celebrar el 197º aniversario de la Declaratoria de la Independencia de Uruguay, a tres años de cumplirse el bicentenario.

Dado el alto número de invitados, muchos tuvieron que hacer largas filas para entrar, molestias normales en un evento de tal magnitud.

La celebración contó con la “sorpresiva” presencia del presidente de la república, Luis Lacalle Pou, del secretario de Presidencia, Álvaro Delgado, del canciller Francisco Bustillo y del ministro del Interior, Luis Alberto Heber. Personalidades de la política, la cultura y la farándula de aquel país, participaron activamente de la fiesta, que promete ser recordada por mucho tiempo debido a su despliegue y dimensión.

Como era de esperar, el anfitrión habló a los invitados destacando la solidaridad de los pueblos uruguayo y argentino y la permanente amistad que pasa por encima de los gobiernos de turno, destacando la importancia de “seguir tendiendo puentes”.

Paradójicamente y en paralelo a la metáfora integradora del embajador, en algunos puentes reales sobre el río Uruguay, como el que comunica Fray Bentos con Puerto Unzué y el que une Paysandú con Colón, varios miles de uruguayos cruzaban a la Argentina aprovechando el fin de semana largo propiciado por el feriado inamovible del 25 de agosto.

Para su sorpresa y desagrado, las filas de vehículos para poder realizar los trámites en migración alcanzaban varios kilómetros y los tiempos de espera para cruzar fueron de hasta ocho horas y más.

Es de imaginar la angustia y desazón que esa situación ha debido generar a miles de familias, muchas de ellas con niños, las cuales llegan a los puentes luego de hacer varias horas de ruta y sin poder prever una situación tan incómoda.

“Hoy la relación con los vecinos es clave en el marco del Mercosur, pero no es momento de inmiscuirnos ahora en un relato de nuestras relaciones, que son óptimas y que siempre son perfectibles”, decía el embajador ante la atenta mirada de los más de setecientos invitados.

La cruda realidad es que, a más de treinta años de creado el bloque, sus integrantes no parecen haber sido capaces de generar al menos las condiciones básicas necesarias para un cruce fluido de personas y vehículos en sus fronteras y los puentes, construidos mucho antes de que se firmara el Tratado de Asunción, operan a veces como cuellos de botella, afectando la circulación.

La decadencia del Mercosur asociada a su inoperancia es un hecho de la realidad difícil de revertir, mucho más cuando el rubro fiestas y afines parece funcionar de maravilla.

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