La razón de la sin razón

La pobre Carolina Cosse ya no debe saber qué más hacer.

Y es que este año para ella – y tan sólo concluyó el primer semestre – ha estado plagado de situaciones difíciles.

Arrancó con convocatorias a grandes eventos – mega shows – musicales complicados ideados por ella y sus acólitos, profusamente cuestionados debido a sus descabellados costos, financiados por todos los montevideanos.

Siguieron varios agotadores viajes a Europa y a la Colombia de Petro; acciones extracurriculares en bien de la salud pública; angustias existenciales con emociones públicamente manifestadas; persecuciones políticas desde la Junta Departamental…etc.

Situaciones todas que al parecer no se condicen con su condición de intendenta de Montevideo y las reales responsabilidades que debe cumplir ante el departamento que representa.

A pesar de tanta actividad departamental no programada, Carolina se las ingenió hace un par de semanas, para denunciar urbi et orbi, que en Montevideo había un grave problema de abastecimiento de agua potable. Informó que el gobierno del presidente Lacalle Pou no sólo era el responsable de la situación, sino que además no hacía nada por resolverla mientras, al parecer, “engañaba” a la población, suministrando agua no potable para el consumo. Llegó a llorar en cámaras imaginando las terribles consecuencias que el consumo de esa agua podría llegar a acarrear en mujeres embarazadas.

Preocupada por la situación y en una confusión de roles pocas veces vista, convirtió su Intendencia en una especie de “cancillería municipal”, enviando cartas a diversas embajadas, solicitando desesperadamente apoyo desde el exterior.

En paralelo, respaldos “inesperados”, del Partido Comunista y del Pit-Cnt, sus asociados en la coalición de izquierda agrupada bajo el lema Frente Amplio, apuntalaron de apuro y sin dudarlo, la candidatura presidencial de Carolina. La intendenta también lagrimeó ante cámaras al hacer público ese apoyo.

José Mujica, expresidente de la República y líder de la agrupación opositora a su candidatura, el Movimiento de Participación Popular (MPP), salió a reconocer públicamente que en el tema de la falta de agua a consecuencia de la sequía “somos todos responsables”.

Fue muy honesto al reconocer que habiendo gobernado el país durante quince años consecutivos su partido, no se realizó ninguna obra para evitar una crisis como la que hoy se vive ante la irrupción de una sequía no prevista ni calculada, pero ampliamente imaginada.

Ante esta situación, el presidente del Frente Amplio Fernando Pereira, se apuró en declarar que lo que dice Mujica no debe ser validado, dado que “Mujica no es Dios”.

Todo productor rural del Uruguay ha dependido desde siempre del clima. Mujica lo sabe y habla para quienes lo entienden.

Ni Carolina Cosse ni Fernando Pereira, ni los lideres de la central sindical agrupada en el Pit-Cnt, tienen la menor idea de esa angustia existencial que forma parte del ser rural uruguayo. Algo que sí entiende el gobierno, entiende Mujica y entiende también su candidato Yamandú Orsi, intendente de Canelones, compenetrado con la realidad de su departamento.

Al parecer, lo que realmente Carolina ignora, son los verdaderos problemas municipales de Montevideo que es el departamento que le tocó administrar por decisión ciudadana, sobre los cuales hace más de treinta años gobierna, decide, administra y ejecuta, el Frente Amplio.

Su enfoque propagandístico desde el gobierno de la capital, de cara a su propia candidatura presidencial, resulta a todas luces un canto a la egolatría financiado por todos los montevideanos.

Eventos musicales con costos exorbitantes desarrollados en la rambla de Montevideo, viajes a Inglaterra a recibir premios por sus logros en “limpieza de la ciudad” – en la realidad abrumada por la basura – por parte de una universidad muy poco reconocida.

Un viaje a Colombia, para clamar por el agua potable faltante en sus dominios y resaltar ante la alcaldía de Bogotá que en Colombia puede emocionarse sin ser criticada – esto en alusión a su patético acto teatral en conferencia de prensa llorando por las hipotéticas consecuencias que el alto nivel de sodio y cloruros incorporados y anunciados para poder mantener el abastecimiento de agua corriente a la población podrían acarrear de ser esa agua bebida – son parte sustancial de una campaña política que desatiende sus responsabilidades directas, apunta a ganar la presidencia del país sin medir consecuencias y demuestra una indiferencia total por las responsabilidades que le toca atender.

Su para no variar “teatral” conferencia junto a Pereira en la sede del Frente Amplio, cuando el Senado de la República rechazó el pedido de juicio político iniciado en la Junta Departamental por ediles de la oposición, fue la gota que colmó el vaso.

El accionar de los ediles que plantearon y votaron su juicio político, está previsto en la Constitución de la República.

Responde a la actitud de la intendenta de no responder a los llamados a sala de su contralor, la Junta Departamental, ni a los pedidos de informes de los ediles de la oposición que la integran.

Si eso era suficiente o no para pedir la destitución de la intendenta, es algo que fue al parecer dilucidado a partir de un acuerdo de la propia intendenta y de la vicepresidente de la República, la senadora Beatriz Argimón, a quien la intendenta agradeció expresamente su personal apoyo.

La democracia debería encontrar la forma de medir y de evaluar ambiciones y egolatrías para garantizar su supervivencia.

No puede seguir ocurriendo que, con el dinero de los contribuyentes, algún candidato o candidata financie su campaña política para perpetuarse en el poder.

Nuestra Latinoamérica está plagada y apesta de esta clase de ambiciones.

En relación con las acciones de los ediles departamentales de la oposición en Montevideo, vayan nuestras felicitaciones por su valeroso accionar haya sido respaldado o no por el Parlamento.

Sólo respetando y haciendo respetar la Constitución de la República, podremos garantizar su plena vigencia.

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