Desde hace varias décadas, lo que entendemos por trabajo viene cambiando intensamente. Los sistemas educativos no han sabido acompañar estas nuevas realidades y lamentablemente, una porción importante de la población no cuenta con la formación necesaria para conseguir un trabajo, mantenerlo y poder tomar las mejores decisiones para tener una vida plena.
Por otra parte, la función de la educación secundaria también se encuentra en tela de juicio: ¿Es un mero instrumento para alcanzar estudios universitarios?; ¿Cumple la función de preparar al estudiante para realizar un trabajo y ser productivo? ¿Es un proceso de acompañamiento del niño/adolescente hacia la vida adulta, dotándolo con herramientas básicas para manejarse en la vida? También puede considerarse una combinación de estos enfoques o inclusive, pueden haber otros. En consecuencia, nos encontramos con una realidad preocupante sobre cuánto saben los jóvenes de nuestro país, que se expresa en datos empíricos alarmantes e incluso, se percibe un gran descontento en el conjunto de la población.
En su libro “Tiempos de Cambio”, Tomás Linn dice: “Toca ahora el turno de una gran transformación de la educación que otorgue a los uruguayos los instrumentos necesarios para luego, con formación y libertad, tomar las decisiones que consideren mejor para su vida.” También habla de que la pandemia provocó que las mejoras educativas programadas se retrasaran en su implementación y que el período de prueba de algunos planes tuviera que acotarse. La ley de Urgente Consideración permitió la reformulación de los mecanismos de “gobernanza” de la enseñanza primaria y secundaria, otorgándole mayor agilidad y eficiencia al sistema.
El año pasado comenzaron a funcionar los Centros Educativos María Espínola, en zonas de contexto social y educativo vulnerables, seis en UTU y seis en liceos de ciclo básico, tanto en Montevideo como en el interior. Los dos ejes fundamentales del plan consisten en: seguimiento personalizado de los estudiantes con criterio interdisciplinario y sobre temas concretos y, el apoyo de los equipos de gestión a la tarea docente. Son centros de tiempo completo, en donde las ocho horas de permanencia, se dividen en cursos, tiempo para el almuerzo en el comedor del local, deportes y tutorías.
Linn menciona que la ANEP tomó inspiración de este modelo en el liceo Impulso, Jubilar, Centro Educativo Los Pinos y otras instituciones con características similares en el interior del país. Se trata de liceos públicos con gestión privada. También de los impulsados por el dirigente del sindicato de la bebida (FOEB), Richard Read. Además, se aplican las ideas de los expertos de Eduy2, en cuánto al “aprendizaje basado en proyectos” para fomentar el desarrollo de competencias como la planificación, cooperación, trabajo en equipo y resolución de problemas.
Otro pilar fundamental es la dedicación de los docentes y la de los directores de los centros, al asumir un compromiso con la tarea por tres años consecutivos. Todo el plan, pero en especial el punto recién señalado -porque implicaría establecer un nuevo estatuto del docente- genera movimientos en la pesada estructura que tiene el sistema educativo uruguayo.
Como es usual que suceda con este tipo de cambios, generó reacciones contrarias. En el libro ya mencionado, se analiza el documento que presentaron algunos funcionarios de UTU (Afutu) el 28 de noviembre de 2020 cuestionando este modelo. Me gustaría detenerme en dos puntos de la proclama: el primero habla de que estos centros “modifican las condiciones laborales, obviando la negociación colectiva” y, además, protestan por la “lógica empresarial que pretende imponerse en los centros educativos”, porque se manejan conceptos como “evaluación de procesos”, “resultados educativos” y otros.
Al entender de Linn, la negociación colectiva no es necesaria, porque ningún docente está obligado a trabajar bajo esta modalidad y, los que sí decidan hacerlo, están al tanto de que el acuerdo es por tres años. En cuanto al descontento del sindicato con el “modelo de gestión” del proyecto, menciona que como el Estado utiliza los recursos de los contribuyentes, está obligado a evaluar sus inversiones en dichos planes para conocer si se están logrando los resultados esperados.
Por último, también me gustaría destacar del análisis del autor lo que menciona sobre la naturaleza del sindicato y sus militantes; dice que son buenos negociadores en temas laborales pero no son expertos en educación. Esto me lleva a pensar en algunas preguntas: ¿los sindicatos de profesores cuentan con mecanismos de actualización profesional? Si es así, ¿sobre qué áreas del conocimiento se actualizan? ¿Relaciones laborales, Negociación, Comunicación? ¿Qué nexo existe entre estas áreas y los planes educativos de las distintas etapas de los estudiantes que ya existen? ¿Cómo funcionan?
Considero que es importante que los sindicatos de profesores se focalicen fundamentalmente en conocer y entender el “terreno de juego” y sus actores fundamentales y, trabajen para promover y acompañar a que la tarea docente esté en estrecho vínculo con una realidad y un mundo que cambia constantemente.