Así reza, palabras mas o palabras menos, parte de la letra de una canción de Pink Floyd lanzada en el año 1972 en uno de los discos mas exitosos de la historia de la música como The Dark Side of the Moon.
Amén de la historia musical de la cual no hablaremos, y pasados 50 años de ese disco, el título de éste artículo parece estar más que vigente en el gobierno, haciendo referencia al proyecto del nuevo reglamento de expendio de combustibles.
El objetivo del nuevo reglamento, que está a estudio, plantea en líneas generales que sean los últimos eslabones en la cadena de distribución de los combustibles, quienes compitan para lograr una baja del precio al público.
Una de las medidas es eliminar la restricción de distancia entre estaciones de servicio, algo que a mi parecer no es ninguna noticia brillante, ya que en realidad, dicha limitación no tendría que haber existido nunca. Otra de las medidas es la referente a los grandes consumidores, quienes podrán comprar los combustibles directamente en las plantas de despacho en lugar de recurrir al distribuidor minorista. Además plantea que pueda existir una integración vertical, como por ejemplo, que un estacionero sea al mismo tiempo distribuidor mayorista y transportista del combustible.
Todas las medidas parecen relativamente razonables, el problema es el diagnóstico. Es ridículo pensar que el precio del combustible baje si solo sometemos a competencia al último eslabón de la cadena de suministro cuando el 87% del precio está compuesto por el precio mayorista de ANCAP, tasas e impuestos, y no solo eso, recordemos que el precio al público tiene un máximo regulado por el Poder Ejecutivo. Vamos al caso particular de la Nafta Super y veamos como se compone su precio por litro al día de la fecha:
- Ingresos ANCAP: $38.63
- IMESI: $18.38
- Impuesto CO2: $11.66
- Margen distribuidor: $9.69
- Flete: $0.64
- Tasa inflamables (IM): $0.25
- Tasa URSEA: $0.08
- Fideicomiso Uruguayo de Ahorro y Eficiencia Energética: $0.05
- Compensación fin social: $0.006
Total: $79.38
Además de estos datos, tengamos en cuenta que por el precio de paridad de importación, el componente de ingresos de ANCAP por litro de Nafta Super, tendría que estar $1.52 por encima de los $38.63 actuales, por lo que el ingreso “virtual” es de $40.15.
Para resumir, el gobierno plantea determinadas condiciones para generar competencia en el que menos incidencia tiene en la cadena de valor, y como si fuera poco, no lo puede vender al precio que quiera. Parece estar armado para asfixiar al minorista, cargarles la responsabilidad de la composición del precio a un sector que tiene incidencia sobre el 13% del precio, y por supuesto, desviar la atención del costo político que le está pesando a la coalición de gobierno por el aumento constante de los combustibles.
Razonemos por el absurdo, si cerraran todas las estaciones de servicio del país, lo máximo que puede bajar el precio de la Nafta Super son $9.69, es decir que usted lo pagaría a poco menos de $70 pero no tendría donde aprovisionarse de combustible, y tendríamos 500 empresas cerradas con sus trabajadores desocupados.
El problema es de diagnóstico, los combustibles no suben por los estacioneros, suben por la ineficiencia del monopolio de ANCAP y por los impuestos. Suben por el apetito voraz de recaudación y para mantener la estructura de ANCAP. Si de verdad quieren que el precio del combustible baje, empiecen por eliminar todos los impuestos que lo gravan.