Educar para cuestionar

La Tercera de Chile, bajo el título ¿Qué es la “teoría de la estupidez” y por qué es importante?, publicó hace algunos días un artículo que lleva la firma de Alexis Paiva Mack.

La nota reseña las conclusiones a las que habría arribado Jonny Thomson, profesor de filosofía en la Universidad de Oxford, quien indagó en la teoría acuñada por Dietrich Bonhoeffer, teólogo protestante opositor al nazismo ejecutado por el régimen en 1945.

En base a la mencionada teoría, en cualquier sociedad sería fundamental cuidarse más de los “estúpidos” que de los “malvados”. Según el análisis y bajo una mirada política, para Bonhoeffer la estupidez sería peor que la maldad, debido a que la primera puede ser manejada y aprovechada para los fines de la segunda.

Algunos pensamientos incluidos en la teoría Bonhoeffer llaman a la reflexión:

“Tras una observación más atenta, se hace evidente que todo fuerte auge del poder, infecta de estupidez a una gran parte de la humanidad”.

“La naturaleza del poder exige que las personas renuncien a ciertas facultades necesarias para el pensamiento inteligente”. Dicha renuncia implicaría la pérdida de objetividad a partir de la renuncia a elementos de participación y análisis tan elementales como los de crítica o reflexión.

En los regímenes autoritarios, para poder pertenecer al grupo que lidera y disfrutar de sus dádivas, está prohibido discrepar. Todo lo que emana ya digerido o razonado desde la cúpula, se adopta, se aplica y se repite como un dogma por todos sus seguidores. Esto resulta cómodo y esclavizante a la vez.

Según Thomson, “el argumento de Bonhoeffer es que cuanto más se integra alguien en el establishment, menos individuo se convierte”. “Es como si eslóganes, lemas y similares (…) se hubieran apoderado de él. Está hechizado, cegado, maltratado y abusado en su propio ser’”. Y llegado ese punto, “Los pensadores inteligentes y críticos tienen ahora un guión que leer, en el que involucrarán sus sonrisas en lugar de sus cerebros”, manifiesta el profesor.

Y concluye afirmando: “La estupidez es mucho más difícil de eliminar, por eso es un arma peligrosa. Como a los malvados les cuesta hacerse con el poder, necesitan que los estúpidos hagan su trabajo. Como ovejas en un campo, una persona estúpida puede ser guiada, dirigida y manipulada para hacer cualquier cosa. El mal es un maestro de marionetas, y nada le gusta tanto como las marionetas descerebradas que se lo permiten, ya sea en el público en general o en los pasillos del poder”.

Elementos todos a considerar en la búsqueda del fortalecimiento de nuestras instituciones y el logro de democracias plenas y vigorosas.

Sólo a través de una educación que enseñe al individuo a razonar por si mismo y a cuestionar con fundamentos todo aquello que no comparta, podremos evitar los riesgos señalados por Bonhoeffer que hoy parecen retornar con una inusitada actualidad.

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