El ambiente democrático

El Test de los expresidentes, una excelente columna publicada por El Observador que lleva la firma de Ricardo Peirano destaca esta semana el prestigio que la democracia uruguaya ostenta a nivel internacional.

En base a información publicada por The Economist Democracy Index, Peirano informa que: “Somos el segundo país en las Américas en calidad de democracia y transparencia, solamente detrás de Canadá y por delante de Estados Unidos.”

En base a comentarios de prestigiosas fuentes, el columnista resalta la importancia del diálogo permanente que tres expresidentes – que además pertenecen a tres partidos distintos – mantienen, en un intento constante por limar asperezas y fortalecer instituciones.

En un mundo cada vez más convulsionado donde una polarización avasallante ni siquiera deja claros los objetivos que persiguen muchos de sus propulsores, mantener principios democráticos y cuidarlos “en equipo”, se convierte en un hecho excepcional.

Nuestro protagonismo a nivel mundial en lo que a calidad de la democracia se refiere, nos hace sentir orgullosos.

Estar entre los mejores nos obliga a reflexionar sobre la necesidad de mantenernos en ese sitial y de cómo poder lograrlo.

Por esa razón, Peirano destaca como preocupante el hecho de que, a la hora de generar acuerdos para efectuar reformas de largo plazo, siempre surjan dificultades.

Alerta además acerca del bajo crecimiento económico: “… que se sitúa en torno al 2% anual en los últimos 70 años. Cifra que no ha variado significativamente si tomamos los últimos 20 años (2,3%) y que empeora si tomamos los últimos 10 (1,2%).”

Señala con razón que: “Si Uruguay no aumenta su tasa de crecimiento, no podrá atender sus problemas de marginalidad, pobreza en la infancia, seguridad pública, educación y oportunidades laborales para los jóvenes.”

El atraso cambiario, la reducción del gasto público, la insostenible carga impositiva, los “malabarismos” con los que se maneja la deuda pública, son los otros ingredientes que el columnista vislumbra como riesgos reales y tangibles, que se deben corregir para sostener con solvencia la estabilidad democrática alcanzada.  

Una columna para destacar y un merecido tirón de orejas al sistema político que, aprovechando a sus anchas el privilegiado ambiente democrático en el que se moviliza, muy poco se preocupa por reforzarlo y fortalecerlo.

Ante esa realidad, el valioso aporte de nuestros expresidentes se vuelve doblemente destacable.

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