Debe ser un tema de idiosincrasia. Tal vez aquello que provoca la realidad asumida de que en Uruguay, cuando alguien se jubila, automáticamente queda impedido de poder trabajar a cambio de una retribución.
No permitir a alguien trabajar, es algo impensable en otras latitudes; pero actualmente se trabaja para que eso cambie.
Esta semana se produjo el esperado debut de la selección uruguaya de fútbol en el mundial de Qatar.
El partido terminó sin goles y su trámite fue bastante menos positivo para los seleccionados uruguayos de lo que se esperaba. Corea del Sur resultó una sorpresa inesperada y el equipo uruguayo no logró en ningún momento armar su juego de acuerdo con sus últimas presentaciones de eliminatorias.
De todo lo exhibido, resaltó la figura de Diego Godín, quien resultó el mejor jugador de Uruguay, aportando aplomo, seguridad y confianza a su equipo.
Godín alcanzaba a llegar al mundial con lo justo. Es su cuarto mundial y el experimentado jugador venía de superar un período de dolencias que incluso llegaron, hace algunos meses, a impedirle subir escaleras.
Con esfuerzo y constancia admirables, superó todas las barreras y logró plantarse en la cancha con la solvencia que se espera de un capitán.
Todo este comentario viene al caso, con motivo de las permanentes críticas a la participación de este jugador en la selección, que lejos tener un fundamento válido, resultan destructivas y totalmente contrarias al impacto social y cultural que esperamos pueda generar nuestra participación en un campeonato de esas características.
Desde Libertad Responsable, celebramos el éxito del jugador en su esfuerzo por superar la adversidad y el reconocimiento de su director técnico y compañeros de equipo que no dudaron en respaldarlo.
De esta forma, es el Uruguay del esfuerzo el que saldrá ganador.
Al de las críticas destructivas desde el anonimato, preferimos verlo en el descenso.
