Una sequía sin precedentes afecta a todo el país y en particular a la vertiente del río Santa Lucía, histórico proveedor de agua dulce para el suministro de Montevideo y el área metropolitana.
En ese contexto y habida cuenta de que nadie puede voluntariamente hacer llover o invertir para que eso ocurra, la única salida es tomar decisiones lo más económicas y adecuadas que sea posible para ir paliando el problema.
Al igual que cuando en 2020 debimos enfrentar la pandemia y pudo hacerse en libertad apelando al sentido cívico y al respeto de cada uno por los demás, esta emergencia que afortunadamente no es contagiosa, debe ser manejada con sentido común.
Acá no caben las acusaciones cruzadas ni el aprovechamiento de la situación para generar pánico en la población a fuerza de populismo. El gobierno no inventó la sequía. En sus primeros dos años de actuación, debió enfrentar la pandemia del covid-19. Tampoco resulta acertado señalar la inoperancia del Frente Amplio que en 15 años de gobierno no fue capaz de construir la proyectada represa de Casupá. De hecho, es muy probable que, de haberse construido, también estaría vacía y por los mismos motivos.
Desde Libertad Responsable, valoramos el accionar de OSE que inició la construcción acelerada de un by pass y otras obras accesorias, que desde el río San José permita abastecer de agua dulce a la toma de la planta potabilizadora en Aguas Corrientes.
La discusión reflejada en estos días en la prensa en cuanto a si la obra demandará 30 o 60 días resulta a todas luces absurda.
Para superar una crisis se requieren hechos y no palabras.