Sostener lo insostenible

“La compra de dólares estimula el aumento de su precio, y la carestía de la moneda norteamericana produce, a su vez, mayor inflación en un país devastado por la inflación. Ese es el círculo infernal en el que el país se metió, con más ganas de las que ya tenía, a partir de las declaraciones de Milei”.

La audaz conclusión publicada el martes 10 de octubre en La Nación de Buenos Aires bajo el título El país entró en territorio desconocido, pertenece a Joaquín Morales Solá, columnista habitual en ese medio de prensa.

¿Es posible que alguien pueda afirmar que la inflación y devaluación en el vecino país puedan atribuirse a puntuales declaraciones de Milei?

Analicemos con más detenimiento las conclusiones a las que arribaba Morales Solá:

“Es probable… que Milei haya optado por aplicar el apotegma ¨cuanto peor, mejor¨ que se atribuye a un dirigente populista ruso, aunque Marx y Lenin lo usaron varias veces. Es un proverbio sin piedad ni alma, porque la parte peor le toca a la gente común y la mejor se la llevan sus dirigentes. Sin embargo, el candidato libertario está más cerca de aplicar la profecía ¨après moi le déluge¨ (después de mí el diluvio), que se le atribuye a Luis XV en la etapa final de su largo reinado. También en este caso es el ciudadano de a pie el que termina sufriendo más que sus dirigentes.

Se haya inspirado Milei en los máximos referentes del comunismo o en el célebre monarca francés, el sistema económico y político argentino vacilaba ayer ante la antigua certidumbre de que se respetarían todas las próximas fechas electorales. Un resultado electoral impreciso el próximo 22, o inclinado hacia alternativas solo populistas, ¿no promovería un nuevo sobresalto de la crisis económica y, quizás, la necesidad de anticipar al menos las fechas de un eventual ballottage? Esta era la pregunta que ayer se hacían empinados referentes de la política y la economía locales, mientras el mundo entraba también en la vorágine de otra guerra en Medio Oriente.”

Se equivoca Morales y esta vez, además de equivocarse, tergiversa los términos y confunde a sus lectores.

“Cuanto peor, mejor “y “después de mí el diluvio”, no son frases atribuibles en la actualidad a quien advierte a sus conciudadanos del riesgo que entraña renovar o adquirir bonos en pesos argentinos, acción por la cual se le pretende acusar de algo parecido a “terrorismo económico”.

Esas frases – que son un clásico – podrían atribuirse sin temor a equivocarse al propio ministro de economía Sergio Massa, o al actual presidente de la República Alberto Fernández; o a todos quienes pueden integrar esa clase especial que Milei denomina “la casta”; pero nunca a quien señala y deja en evidencia las falencias y desaciertos de esos mismos funcionarios, causantes directos del drama socioeconómico que vive el país al que, en la práctica, respalda el columnista de La Nación.

Joaquín Morales parece entrar en una sorprendente desesperación preelectoral, solamente atribuible a la condición de integrante de esa clase especial o casta aludida.

Afirmaba Sigmund Freud que uno es dueño de lo que piensa y esclavo de lo que habla (o en este caso escribe).

Gane quien gane las elecciones del domingo 22 en Argentina, va a costar mucho a Morales Solá recuperar el sitial que, como columnista serio y respetable, había logrado conquistar. Lo mismo ocurre con otros periodistas argentinos que parecen haber ido perdiendo objetividad, a medida que avanza y decanta la campaña electoral.

Para intentar aclarar simplificando con un simple modelo de actualidad lo que significa la disputa entre referirse de malas maneras al valor del peso o hacer que los argentinos lo idolatren como idolatran a su bandera nacional, consultamos al Chat GPT sobre el significado de “moneda de curso forzoso” y recibimos la siguiente respuesta desde la llamada inteligencia artificial (el resaltado y subrayado es nuestro):

“Una moneda de curso forzoso es una moneda emitida por una autoridad monetaria, como un gobierno o un banco central, que tiene un valor legal y debe ser aceptada como medio de pago en transacciones comerciales dentro de un país o una región específica. El término ‘curso forzoso’ significa que las personas y las empresas están legalmente obligadas a aceptar esta moneda como forma de pago para las deudas y transacciones, incluso si pueden preferir utilizar otra moneda.

Las monedas de curso forzoso suelen ser moneda fiduciaria, es decir, no respaldadas por un valor físico, como el oro o la plata. Su valor se deriva de la confianza en la autoridad emisora ​​y su capacidad para mantener la estabilidad económica y financiera. Los billetes y las monedas en circulación emitidas por un gobierno suelen ser ejemplos de moneda de curso forzoso.”

Cuando Javier Milei recomienda a quien lo consulta no renovar bonos emitidos en pesos argentinos, actúa de acuerdo con su mejor saber y entender y en beneficio de quien consulta.

Lejos de estar instigando a una corrida bancaria, parece estar dando pautas económicas a contrapelo de las recomendadas desde un gobierno que, en aras de la demagogia y el populismo, perdió hace rato la confianza de la gente y la capacidad de mantener la estabilidad económica del país. Nadie en su sano juicio y con dos dedos de frente, podría recomendar la renovación de bonos en pesos argentinos cuando el país se encamina a la hiperinflación. Entonces, ¿por qué engañar a la gente?

No comulgamos con las ideas de Milei. Desde su concepción en relación con la venta de órganos, quedó en claro que liberales y anarcocapitalistas estamos ubicados en las antípodas en lo que a moral y ética refiere. Pero los conceptos económicos que pregona el candidato de La Libertad Avanza, parecen ser mucho más lógicos y sensatos que los propuestos desde el oficialismo y desde la pluma de algunos columnistas.

Y eso parece ser lo que molesta e incluso aterra a quienes ostentan el poder y a los promotores que los respaldan y tal vez manipulan.

A la hora de señalar con el dedo a los responsables de la debacle económica que vive la República Argentina, se percibe como algo patético y lamentable la desesperada intervención de quienes, desde la prensa y al amparo de trayectorias intachables, intentan sostener lo insostenible.

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