Valencia duele

Por quién doblan las campanas es el título de una de las más afamadas novelas de Ernest Hemingway. Ambientada en el horror de la guerra civil española en la que fue corresponsal, el escritor logra concentrar la atención del lector en un pensamiento relanzado por él que utiliza como epígrafe, cuyos ecos se intensifican en nuestros días.

Nadie es una isla, completo en sí mismo; cada hombre es un pedazo del continente, una parte de la tierra; si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, al igual que si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia; la muerte de cualquier hombre me disminuye, porque estoy ligado a la humanidad; y, por consiguiente, nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas; doblan por ti.

La cita de John Donne que data del 1624, no podría ser de más actualidad.

Desde Libertad Responsable y nuestra visión que parte de un liberalismo individualista pero solidario, identificado con los miles y miles de voluntarios anónimos que participan en las tareas de apoyo en las zonas afectadas de Valencia, vemos con preocupación la ineficacia que viene mostrando la política al amparo de sistemas democráticos distorsionados, donde quienes terminan pagando las consecuencias de la desidia e improvisación de los gobernantes son los propios ciudadanos.

Lo ocurrido en Valencia, España, no constituye un hecho aislado. En un mundo cada vez más globalizado, es el síntoma evidente de un deterioro moral y ético que, de no frenarse a tiempo, se volverá irreversible.

Aunque duela reconocerlo, las campanas valencianas doblan por cada uno de nosotros:

Doblan por ti.

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