Según la Real Academia Española (RAE), el populismo es una “tendencia política que pretende atraerse a las clases populares”. Wikipedia lo define en su significación peyorativa, como “el uso de medidas de gobierno populares, destinadas a ganar la simpatía de la población, particularmente si esta posee derecho a voto, aun a costa de tomar medidas contrarias al Estado democrático”.
Ambas definiciones deberían hacer meditar a la intendenta de Montevideo, Carolina Cosse, en su desenfrenada carrera para lograr derrotar a Yamandú Orsi en la interna frenteamplista y obtener la candidatura presidencial por ese sector político en las próximas elecciones.
Cosse ha pasado lo que va de 2023, buscando ocupar a costa de gastos desmedidos, quejas inoportunas y actividades que no corresponden a su condición al frente del departamento más poblado y de mayor complejidad del país, titulares de prensa y minutos de pantalla a como dé lugar.
Lejos de ocuparse de desarrollar proyectos a partir de los cuales demostrar eficiencia en la tarea de mejorar la vida de los montevideanos, la intendenta ha buscado, insistentemente, polemizar con el gobierno y en especial con el Poder Ejecutivo, actuando como una especie de contralor de este, al tiempo que ignora los pedidos de informes o los llamados a sala que desde su propio contralor, la Junta Departamental de Montevideo, se generan.
Con un estilo que raya en lo teatral, omitió esta semana leer la totalidad de un informe emanado de la Facultad de Medicina de la Universidad de la República, fomentando el pánico a los habitantes de Montevideo por los gravísimos riesgos para la salud que, según ella, acarrearía la ingesta del agua actualmente bombeada por OSE para suministro de la población.
Desconociendo parte del informe y destacando lo que lo volvía dramático, sacándolo de contexto, aprovechó para intentar demostrar sentimientos de compasión y quebrarse hasta las lágrimas mientras anunciaba posibles trágicas consecuencias en el consumo del vital elemento.
Al parecer, entre otras cosas, habría omitido comentar que el informe señalaría que: “En nuestro país los trihalometanos comenzaron a medirse a partir del año 2011” y que “La mayoría de los riesgos para la salud de la población general son a largo plazo, luego de décadas de exposición, salvo los que se relacionan con la sensibilización química de vías respiratorias. Se entiende por riesgo la probabilidad de causar un daño.”
Eso podría denominarse manipulación de la información y de las emociones.
Tratándose de una emergencia hídrica sin precedentes y habida cuenta de la angustia que esa realidad provoca en las personas que por diversas razones, no acceden con facilidad al agua potable envasada, su actitud, a todas luces populista, parece querer generar pánico, a la espera de lograr alguna ventaja electoral.
Anuncios de esa gravedad no pueden ser realizados en base a un informe preliminar sobre un tema apenas recién consultado, sobre el cual no ha habido debates, intercambios ni conclusión académica definitiva alguna y mucho menos en base a una lectura parcial del mismo.
Mayor solidez de criterios marcó esta misma semana su oponente, el intendente de Canelones Yamandú Orsi, quien en los festejos por el aniversario del natalicio de José Gervasio Artigas llevados a cabo en la ciudad de Sauce, apareció en el estrado junto al presidente de la República, intercambiando bromas y sonriendo, en un ejercicio pleno de lo que entendemos por convivencia democrática. Eso no significa desconocer la gravedad de la situación hídrica por la que atraviesa el país sino desdramatizar en la medida de lo posible la situación.
Y es que hacer populismo con las angustias y carencias de la gente, parece un camino errado para la consolidación de una candidatura seria y confiable.