Jugando con la celeste

Hace exactamente una semana, la nota editorial de este semanario titulada Las nuevas consignas, refería a los gobiernos de izquierda que comienzan a establecerse en la región con promesas de justicia social y cambios, en andas del degaste de los partidos tradicionales.

No es este el caso de Uruguay, que debido a su madurez democrática ya cuenta con varios partidos que caben bajo el toldo de lo tradicional y cuyos matices de centro son, en términos generales, más fáciles de armonizar.

El comentario señalaba además el hecho de que las nuevas izquierdas de la región llegan amparadas y vigiladas por sistemas democráticos bien establecidos, y atentos a lo acontecido en países como Cuba, Venezuela y Nicaragua.

Ocurre que, en esos países, las instituciones fueron arrasadas por la violencia de las armas en algunos casos, o por un diario y constante horadar para el logro de esos fines, como ha sido el caso de lo ocurrido con la democracia venezolana.

Continuaba el editorial destacando que “en estas nuevas consignas que son de centro, caben izquierdas y derechas, pierden los dueños del poder y gana la gente.”

Se deduce de lo expresado que, a la luz de una buena educación cívica, la ciudadanía estará atenta y exigiendo respeto a las opiniones de todos, bajo las reglas del juego democrático.

Es clara la necesidad de contar con Estados fuertes y paternales en las áreas de justicia, educación, salud y seguridad, como señalaba la nota; y Uruguay está bien organizado para potenciarlas.

Lo augurado hace una semana parece haber comenzado a vislumbrarse a los pocos días, cuando varios legisladores del Frente Amplio y el propio presidente de ese partido de oposición, Fernando Pereira, compartieron criterios y comentarios con el gobierno del presidente Lacalle Pou en torno a un fallo judicial que, entre otras cosas, procedió a suspender la vacunación no obligatoria que se venía implementando en todo el país contra el Covid 19 en niños.

Los matices políticos e ideológicos parecen haber quedado de lado en esta ocasión, al igual que ocurre con los hinchas de cualquier equipo cuando juega la selección uruguaya.

Quizá, esta vez lo que los unió fue la sorpresa ante un fallo polémico que, a pesar de serlo, debe ser acatado y respetado.

Una reacción pocas veces vista, que marca un antes y un después en la forma de hacer política en este país y merece destacarse.

Cuando esto ocurre en un clima de paz, de plena vigencia de la libertad y de respeto irrestricto del Estado de derecho, ganamos todos.

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