Esta semana en el marco del Día Mundial del Medio Ambiente, el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) Antonio Guterres, comparó a la humanidad con el meteorito que extinguió a los dinosaurios.
Su metáfora pudo haber apuntado a comparar al supuesto bólido que acabó con aquellas especies, con el monstruo burocrático global que lidera y que cada vez resulta más inoperante. Nuestra ilusión creció al leer su afirmación de que: «No estamos en peligro, somos el peligro»
Seguíamos pensando que se refería a la ONU, pero no. Con la simpleza que lo caracteriza y muy lejos de la necesaria autocrítica que esperábamos, llamó a “prohibir la publicidad de los combustibles fósiles para combatir la crisis climática”.
Obviamente, en ningún momento anunció que dejaría de trasladarse en avión.
Desde Libertad Responsable, consideramos necesario llamar a la reflexión y señalar que mientras algunos influyentes funcionarios ganando sueldos siderales se dedican a llenar discursos con frases huecas y sin relevancia, la humanidad parece estar hartándose de contemplar su indiferencia y de tolerar su ineficacia.
La globalización llegó para quedarse. La observación y críticas a sus conductores, también.
Son el peligro.