Y el auténtico pueblo palestino también.
El mundo volvió el sábado 7 de octubre a enfrentar una realidad incomprensible, con la cual es inviable negociar o transigir.
El criminal ataque de Hamás invadiendo por diversos frentes a un Estado de Israel que parece no haber previsto el grado de perversión que fermentaba en sus fronteras, sorprendió a todos.
Cuando se habla de terrorismo, quedan excluidas todas las fórmulas existentes para contribuir al armisticio o a la paz. Con los terroristas no se negocia. Atentar contra civiles desprevenidos e indefensos, es accionar de cobardes.
Israel va a reaccionar y va a hacerlo como sabe y debe. La paz y la seguridad del mundo como lo concebimos en Occidente, de eso dependen.
Al terrorismo le da igual usar como carne de cañón al pueblo palestino residente en la Franja de Gaza. Para los terroristas, esos seres pueden ser usados sin escrúpulo alguno, para mostrar al mundo la victimización de un pueblo que, sin culpa ni responsabilidad alguna en estos hechos, termine siendo masacrado.
En realidad, el pueblo palestino no es víctima de los israelíes, con quienes se entiende y podría negociar constante y positivamente como lo hizo en el pasado.
El pueblo palestino es víctima de Hamás.
Una organización terrorista sin miramiento alguno, a la que Palestina sólo importa para usarla como escudo humano y trampolín en su agresión.
Desde Libertad Responsable nos solidarizamos con Israel, respaldamos su causa, y esperamos que la justa reacción que el mundo espera, se produzca de manera contundente.
Sería el primer paso para que el concepto “derechos humanos” vuelva a tener la connotación que supo tener antes de que la extrema izquierda, asociada desde siempre al terrorismo fundamentalista, manipulara el concepto hasta casi – y tan solo casi – apropiárselo.
Si los derechos humanos del pueblo palestino terminan siendo avasallados, como probable y tristemente ocurrirá, hay que analizar muy bien a la hora de buscar y señalar a los responsables de tan lamentable situación.
