La Comisión Europea (CE) tiene bajo la lupa la minería de Bitcoin en lo que respecta a su gasto energético, porque en los últimos dos años se ha duplicado, alcanzando el 0,4% del gasto de electricidad a nivel mundial.
Al parecer el protocolo de consenso que utilizan para minar (Prueba de Trabajo o PoW – Proof of Work en inglés) está “obsoleto” y requiere un consumo de energía mucho más elevado que los que utilizan otras criptomonedas, como Ethereum, que desde el mes pasado utiliza la Prueba de Participación (Proof of Stake – PoS), más amigable con el medio ambiente y según expresa la compañía, reducirá el consumo en un 99%.
Manejar la posibilidad de restringir la minería de criptomonedas se encuentra dentro de las acciones que la Unión Europea está tomando para bajar el gasto en electricidad. De todas formas, manifiestan que dichas actividades (PoW) en Europa tienen una participación del 10% aproximadamente, por lo que instan a la cooperación internacional a trabajar en la problemática para alcanzar un impacto a nivel mundial.
Entre los mecanismos de consenso “respetuosos con el medioambiente” que la CE promoverá a través de la Infraestructura Europea de Servicios Blockchain se encuentra el desarrollo de una etiqueta de eficiencia energética para las cadenas de bloque. Además, «en caso de que sea necesario reducir la carga en los sistemas eléctricos, los estados miembros también deben estar preparados para detener la minería de criptomonedas». (Ver cita aquí)
Últimamente se han visto ejemplos de que las cosas pueden hacerse de forma más eficientes y amigables con el medio ambiente, como lo mencionado anteriormente, pero también existen iniciativas ciudadanas que han pensado en maneras creativas de equilibrar la balanza y lograr relaciones ganar-ganar como es el caso del reaprovechamiento del calor “residual” que genera la minería de criptomonedas para secar madera en un aserradero en Noruega o cultivar flores en un invernáculo por una asociación entre un “minero” y un agricultor en Holanda. (Ver fuente aquí)