En una recomendable columna publicada por el diario El País, Tomás Linn opinaba este sábado sobre la situación derivada del famoso pasaporte entregado en Dubai.
Bajo el título de La renuncia y los omisos, el periodista fue directo al grano diciendo: “Lo único claro es que en la medida que se quiso conocer más del tema, sus protagonistas se fueron entreverando en una red confusa y perjudicial.”
Destacó además que el hecho de emitir un pasaporte no va contra ninguna norma, aun tratándose de un peligroso narcotraficante. No obstante, y por tratarse de un caso tan especial, “el asunto debió manejarse con cuidado y analizar el caso sin apresuramientos.”
Cuesta entender que entre funcionarios de muy alto rango político como los que participaron desde su inicio en este asunto, se llegue a esta ensalada de acusaciones, renuncias, órdenes inexplicables, grabación de conversaciones, borrado de chats, posible destrucción de documentos, etc.
Desde Libertad Responsable consideramos imprescindible para la salud de nuestra democracia, que el tema sea aclarado completamente. Más allá de lo dicho, resulta inexplicable que se haya podido caer en esta suerte de circo.
Sorprende realmente que un tema tan simple haya derivado en una trifulca como la que atónitos hoy presenciamos. También sorprendió la intempestiva renuncia del canciller. Ahora toca a la justicia desenmarañar la complicada situación.
Es como si hubieran recibido un fierro caliente al que no se podía dejar caer, pero nadie quería sostener con sus manos.
Se lo sacaron de arriba, pero el fierro siguió quemando.