El venezolano Carlos Rangel (1929 – 1988), fue en las décadas del setenta y ochenta del siglo XX uno de los pensadores liberales más visionarios y destacados del mundo.
Sus libros Del buen salvaje al buen revolucionario, Tercermundismo y Marx y los socialismos reales y otros ensayos, han sido aportes invalorables que todavía ayudan a mantener la luz del faro de la libertad encendida.
De ese último título rescatamos el siguiente párrafo, plenamente vigente hasta nuestros días y demostrativo de sus angustias y desvelos por una Latinoamérica que, a más de treinta y cuatro años de su desaparición física, no ha sabido desprenderse de los motivos que él señalara y que la mantienen presa de su propio subdesarrollo:
“En nuestras guerras de independencia, la dictadura colonial española fue barrida en nombre de la libertad, supuestamente abonando el terreno para que un orden democrático cuyo modelo suministraban los Estados Unidos. Pero, en la práctica, el poder no fue devuelto al pueblo, que no estaba – como no lo estaban sus líderes – preparado para vivir en paz bajo las reglas de la democracia. El poder quedó (y esto es en gran parte cierto hasta el presente) como un premio para ser repartido entre aquellos que se las han arreglado para capturar el Estado y hacerse de una clientela.”
Del análisis del sentido de pensamientos como éste, sumado a la sabiduría y capacidad de diálogo a demostrar por dirigentes políticos, sindicales, empresariales, profesionales, estudiantiles, etc., que sepan asimilarlas, van a depender la paz, la armonía y la supervivencia de la democracia que nos permitan aspirar a un futuro más optimista para todos.