Mascarón de proa

Un artículo de Leonardo Pereyra publicado por el diario El País esta semana, subrayaba la novedad de que el Frente Amplio otorgue libertad a sus integrantes para opinar, decidir y en definitiva apoyar o rechazar el plebiscito de reforma jubilatoria promovido por el Pit-Cnt.

Liderada desde hace tiempo por el Partido Comunista – el cual ha dado su apoyo a la candidatura presidencial de Carolina Cosse – la central sindical se dispone a impulsar la recolección de firmas para esa convocatoria, como revulsivo que de alguna forma permita adelantar la campaña electoral.

Carolina Cosse, la intendenta de Montevideo y precandidata presidencial por el Frente Amplio, no ha dejado en todo momento de buscar polemizar con el gobierno nacional por temas que nada tienen que ver con su gestión. Ha utilizado su cargo y los dineros municipales para promover con bombos y platillos, dentro y fuera del país, una gestión teatralizada y sin resultados tangibles para la gente.

Que la extrema izquierda y muy especialmente una parte Pit-Cnt a través de su brazo político, el Partido Comunista, la respalden, es muestra contundente de que su sostén ideológico responde a una minoría marginal y que esa minoría pretende hacerse del poder generando confusión y distracción en los votantes. Una candidatura personal avalada pomposamente por un sector minoritario, que parece impulsarse a contrapelo de la opinión y los conceptos democráticos de la gran mayoría de los uruguayos.

Es un hecho de la realidad que Montevideo es una, vista desde la rambla y su belleza natural. Ese marco, sumado al equilibrado aporte arquitectónico y urbanístico que la complementa, la convierten en una ciudad excepcional. Pero la rambla ya estaba allí cuando el Frente Amplio llegó al poder municipal del departamento hace más de treinta años. Hay otra Montevideo que subsiste calladamente a la inacción de un gobierno departamental cuya gestión descentraliza en forma permanente la campaña política de sus gobernantes, financiada por todos los montevideanos. Al mismo tiempo, las tomas de decisiones de todo lo que de verdad importa, se realizan en el palacio municipal, centralizando cada vez más el dominio del departamento.

Cosse ha visto en su intendencia un trampolín al poder total y a eso dedica sus esfuerzos y los de los sectores frenteamplistas que la acompañan.

En paralelo, recorrer el departamento de Canelones y observar la evolución que ha tenido la comuna canaria, da cuenta de una intendencia que impulsa el desarrollo y lo demuestra promoviendo proyectos e inversiones y poniendo énfasis en facilitar la tarea de los emprendedores.

Curiosamente, la buena relación entre el intendente Yamandú Orsi – también integrante del Frente Amplio – y el gobierno nacional, permiten imaginar un futuro político capaz de proyectar al país con sólidas políticas de estado, que vayan más allá de las necesidades o caprichos del gobernante de turno.

Esto es inimaginable bajo el estilo personalista de la actual intendenta de Montevideo.

El Movimiento de Participación Popular (MPP) y su claro desacuerdo con el plebiscito convocado por el Pit-Cnt, han obligado al Frente Amplio, al menos hasta el momento, a dar libertad a sus integrantes, para decidir lo que estimen más conveniente.

A nivel mundial los partidos comunistas, si bien existen, casi no tienen representación parlamentaria. Salvo lo que ocurre en muy contadas dictaduras, los porcentajes de representación son ínfimos. En Cuba, donde los comunistas hacen más de sesenta años se hicieron del poder para no dejarlo más, su representación abarca la totalidad de los escaños (605 de 605). Ese país encabeza la lista de los poquísimos países con alta representación comunista en sus gobiernos. China y Corea del Norte son otros ejemplos para resaltar en ese aspecto.

En Uruguay, y probablemente debido a la forma arbitraria como hasta el presente se han elegido y conducido las autoridades sindicales, que en un alto porcentaje adhieren a ese partido y a su influencia sobre un importante número de lo que podríamos llamar “votantes cautivos”, si bien el número es bastante alto para el promedio sudamericano, su representación alcanzaría los 8 lugares en 129 escaños.

Y esa minoría, con Carolina Cosse como mascarón de proa y financiada por todos los montevideanos, es la que busca ahora liderar la oposición para hacerse del poder total, incluso quebrando la tradición del homogéneo bloque frentista y liberando a quienes se oponen a sus criterios para evitar fracturas que ya parecen inevitables.

Bajo el embrujo de sus consignas, el fin justifica los medios.

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