Como agua entre los dedos

Como si se tratara de una serie pronta a lanzar un nuevo capítulo, el país político espera ansioso la semana próxima las repercusiones que puedan derivar del retorno del diputado del Frente Amplio Gustavo Olmos a su banca en el parlamento.

Su regreso se produce a partir del pronunciamiento del Tribunal de Conducta Política de su partido, que no encontró pruebas ni motivos para determinar que el diputado hubiera incurrido en acoso sexual o laboral contra su suplente, Martina Casás, en base a la denuncia por ella presentada el año pasado.

Coincidiendo con la vuelta del diputado, también regresa esta semana del exterior la diputada suplente denunciante, quien habría permanecido por un tiempo en Ecuador estudiando.  

Toda esta inusual y mediática situación – que se hace pública a partir de la denuncia presentada en noviembre – ha abierto una polémica que estaba latente desde hace mucho tiempo. Es evidente que, en el ánimo de proteger a la mujer, cosa que aplaudimos y valoramos, se han generado ciertos desajustes que podrían derivar, en diversas ocasiones, en injusticias y distorsión del concepto de Estado de Derecho.  La revisión de algunos aspectos de la denominada ley sobre Violencia Basada en Género parecería ser el camino a seguir para evitarlo.

Esto, que ya pasa a ser una necesidad de urgente atención, requiere diálogo, calma y concentración por parte de todos los legisladores.

De los múltiples titulares y declaraciones que esta polémica denuncia ha generado desde su aparición, hay dos que, a nuestro entender, se destacan por su oportunismo, falta de contenido, incoherencia y alto voltaje demagógico.

La Diaria informaba el 27 de noviembre del año pasado, sobre declaraciones efectuadas en rueda de prensa por el presidente del Frente Amplio, Fernando Pereira, convocada para explicar la posición de su partido en relación con la denuncia presentada.

En esa ocasión, Pereira señalaba que: “Los varones tenemos que entender, sobre todo los varones mayores de 50 años, que hay que preguntar y hay que buscar consentimiento si uno quiere tener un vínculo con alguien, y [que] un no siempre es un no”.

Cuando de figurar y atraer las cámaras se trata, los políticos suelen hablar sin pensar mucho. No obstante, esa “lógica” a la que estamos acostumbrados, en este caso, lo expresado por el presidente del Frente Amplio resultaba en extremo sorprendente. No creemos que haya muchos hombres que no sepan y partan de la base de que un no siempre es un no. Por esa razón, cuesta entender a qué clase de público va dirigida su prédica.

No es entendible que exista una razón fundada por la cual el Sr. Pereira hiciera recomendaciones de comportamiento a una franja etaria determinada, dejando fuera de su recomendación a los menores de 50 años. ¿Los menores de 50 actúan de otra manera o cambian los derechos antes o después de la edad señalada? Entendemos que sus dichos ameritarían una clara y detallada explicación.

El otro caso que llamó nuestra atención fue el del senador del Partido Nacional Sebastián Da Silva, quien por alguna razón se sintió tentado a generar titulares, tildando a su colega parlamentario acusado, ya en noviembre y recién aparecida la denuncia, de “viejo verde”.

En un caso polémico que además está dirimiéndose en diversas instancias, adoptar la actitud de inquisidor y dedicarse a echar leña al fuego, no parece adecuado ni positivo.

El tema en cuestión afecta a la sobriedad que debería emanar del parlamento. Lejos del papel conciliador y de búsqueda de soluciones que debería adoptar un demócrata para bajar los decibeles en un caso como este, Da Silva hace de Torquemada y señala con su dedo acusador al diputado acusado, que así sea culpable o inocente de las acciones que se le imputan, no corresponde que sea agredido soezmente por un colega parlamentario.

Según reseñara hace algunos días el diario El País, Da Silva, fastidiado por comentarios referidos a él surgidos desde la interna del Frente Amplio, habría ratificado sus dichos publicando en X lo siguiente: «¿Qué puedo tener que ver yo con esto? Solo dije una enorme verdad: es un viejo verde».

Expresiones a nuestro entender desacertadas, que hacen a la realidad de una democracia que, si no comenzamos a reaccionar, se nos terminará escapando como el agua entre los dedos.

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