En nuestro país, la propuesta de un plebiscito para reformar la seguridad social ha desatado un debate intenso y polarizador. A primera vista, la idea de consultar directamente al pueblo sobre una cuestión tan crucial puede parecer una manifestación de la democracia en su forma más pura. Sin embargo, este enfoque simplista esconde una serie de riesgos y complicaciones que podrían llevar a consecuencias desastrosas para el país.
Para comenzar, es vital entender que la seguridad social es una de las instituciones más complejas y fundamentales de cualquier nación. No se trata simplemente de un sistema de pagos y beneficios, sino de una red de seguridad que garantiza la estabilidad y el bienestar de millones de ciudadanos, especialmente los más vulnerables.
El primer problema con el plebiscito es la falta de conocimiento especializado entre la población general. La seguridad social implica una serie de cuestiones técnicas y económicas que no son de dominio común. La mayoría de los uruguayos no tienen formación en finanzas públicas, demografía o economía, disciplinas necesarias para comprender plenamente las implicaciones de una reforma en esta área. Decidir en las urnas sobre un tema tan complejo podría resultar en decisiones mal informadas, basadas más en percepciones y emociones que en un análisis riguroso y fundamentado.
Además, el plebiscito tiende a simplificar excesivamente problemas complejos. Las campañas electorales inevitablemente reducen cuestiones técnicas a eslóganes y consignas. En el calor del debate, los matices se pierden y las soluciones propuestas se presentan de manera superficial. Esto es engañoso. Los votantes podrían ser fácilmente influenciados por campañas populistas que prometen soluciones rápidas y fáciles a problemas que requieren enfoques detallados y a largo plazo, y en la realidad, muchas veces las soluciones son dolorosas, pero soluciones al fin.
La politización del tema es otro riesgo significativo. En lugar de ser un proceso técnico y racional, la reforma de la seguridad social se convierte en una herramienta política. Los partidos y los políticos pueden utilizar el plebiscito para ganar masa política, manipulando la opinión pública con promesas irreales o argumentos sentimentales. Esto no solo distorsiona el debate, sino que también distorsiona la percepción de la realidad.
Una reforma de la seguridad social no es algo que deba decidirse en un ambiente de polarización y conflicto. Por el contrario, requiere un enfoque basado en el consenso, la consulta con expertos y la consideración de las mejores prácticas internacionales. Uruguay debe aprender de estos ejemplos y evitar la tentación de soluciones rápidas y politizadas.
Uno de los pilares del PIT-CNT para el impulso del plebiscito, es la eliminación de las AFAP. La transferencia de los recursos administrados por las AFAP hacia las cajas estatales, implica lisa y llanamente un robo al ciudadano de su dinero. Las AFAP no son mas ni menos que empresas que administran los fondos de terceros obteniendo una rentabilidad para éstos, y una comisión para propios. De la misma forma que lo realizan diversas administradoras de fondos de inversión (AFISA) en nuestro país, pero con fondos que no necesariamente son con destino a ser una prestación jubilatoria. El dinero que se encuentra depositado en las AFAP, al igual que en las AFISA, es del titular, no de ninguna entidad financiera.
En conclusión, un plebiscito sobre la reforma de la seguridad social es una trampa que amenaza con llevar a nuestro país por un camino de incertidumbre y potencial desastre. La vía constitucional utilizada esconde bajo un manta de democracia y justicia, un desconocimiento de todas las áreas intervinientes sin importar la opción que se vaya a votar.
Es hora de que los líderes políticos actúen con responsabilidad y busquen soluciones verdaderas, basadas en el conocimiento y el consenso, para garantizar el bienestar de todos los uruguayos.