Es indudable que, para el Partido Nacional, la evolución en las encuestas a partir de las elecciones internas con la definición de la candidatura de Álvaro Delgado y la inmediata y sorpresiva elección de la fórmula presidencial que recayera en la figura de Valeria Ripoll, no ha sido la que se esperaba.
Mucho ha influido en esa realidad el surgimiento de una transformación revulsiva en el Partido Colorado, que de la mano del candidato a presidente Andrés Ojeda y la vuelta a la política de Pedro Bordaberry, ha irrumpido con renovados bríos en la última etapa de la campaña.
Por si esa tendencia de final incierto no estuviera ya claramente marcada y definida, la renuncia de la exfiscal Gabriela Fossati al Partido Nacional apenas conocido el resultado de la elección interna, está ahora dando que hablar. Basada en su disconformidad con la fórmula presidencial definida por Delgado, Fossati no dudó en decidir su inmediata incorporación al sector de Andrés Ojeda, en el Partido Colorado.
Para sorpresa de todos, la exfiscal reivindica ahora en redes sociales su condición de blanca y el mantenimiento irrenunciable de esos principios que la llevaron a la política bajo la divisa de Oribe y Saravia, ejercidos ahora desde el partido de Rivera y Batlle y Ordoñez y haciendo pública su convicción de que es allí donde podrá ponerlos en práctica.
Desde Libertad Responsable vemos como algo natural y positivo que lo que entendemos como “coalición” funcione armónicamente.
El menú electoral está dividido entre dos grandes coaliciones en las cuales se están produciendo cambios que llaman a la renovación de la democracia.
La pérdida de protagonismo que está quedando en evidencia con sectores de fuerte arraigo partidario como ocurre con el herrerismo en el Partido Nacional y con el Partido Socialista en el Frente Amplio, nos lleva a encarar una etapa política diferente y postmoderna que huele a cambio y renovación.
Mimetismo; una nueva manera de entender y practicar la democracia.