En la actualidad, los editoriales del diario El País, el diario más importante del Uruguay poseedor de una tradición excepcional, parecen funcionar – al igual que ocurre con las redes sociales e internet – en base a algoritmos. Nada de innovación, muy pocas propuestas positivas y una permanente crítica directa a todo lo que huela a oposición.
Dado que la mayoría de sus fieles lectores son incapaces de cuestionar lo que allí se expresa – porque forman parte de una especie de casta política y social que en esa redacción se siente representada – la tendencia a continuar reiterando siempre lo mismo, se vuelve rutinaria.
Esta semana, bajo la interrogante de: ¿No todo vale Yamandú?, arremetía contra el precandidato presidencial del Frente Amplio, Yamandú Orsi, contra su abogado el ex fiscal general Jorge Díaz, un periodista vinculado a ambos que ni siquiera identifica con nombre y apellido y el senador Alejandro Sanchez.
Todo esto a partir de una propuesta de Orsi de generar una suerte de compromiso público de respeto y no agresión, para evitar llevar una campaña electoral que recién comienza, a terrenos escabrosos de los que nadie y menos ese sector de la ciudadanía que aspira a razonar su voto, saldría beneficiado.
Puede haber en la crítica desarrollada ciertos matices de realidad y de procederes a destacar y criticar, pero lo cierto es que esos mismos debes para que la competencia política sea desarrollada en armonía, pueden verse publicados a diario en comentarios y columnas que el propio diario que critica ese accionar practica.
El colmo de la ironía y muestra tangible de lo que expresamos, queda reflejado en la forma como el editorial remata su análisis: “No nos mal interprete el apreciado lector. El anuncio de Orsi es positivo y encomiable. El único problema es que se choca de frente con lo que ha sido el accionar político de su sector. Desde el año que nació, hasta esta misma semana. ¿Cómo se le puede creer entonces?”
Es hora de comenzar a comprender que los llamados “núcleos duros”, los electores fanatizados o interesados en apoyar a costa de lo que sea a determinado sector político, no van a cambiar de modo de pensar por mucho que se destaquen los errores o falsedades que sus elegidos manifiesten.
El resto de los votantes, aquellos que razonan su voto, lejos están de dejarse influenciar por la reiterada insistencia de editoriales cuyo solo titular ya alcanza para saber lo que terminará expresando su contenido. Esa realidad termina por generar una completa pérdida de interés por conocer lo que allí se expresa y es una lástima que eso suceda.
Un debate franco y productivo – el editorial de esta semana en defensa de la Ley de Urgente Consideración (LUC) es un buen ejemplo de ello – un ida y vuelta con razonamientos bien fundados, es lo que el Uruguay supo tener en otras épocas y hoy en día la ciudadanía reclama a oficialistas y opositores.